
Todos los días nos desplazamos, salvo que estemos de esos días raros guardados en casa, la movilidad es una necesidad. Necesidad que llevamos a cabo de la manera que creemos que para nosotros es la mejor. Y para la mayoría de las personas es viajar solos en nuestro auto, disfrutando de nuestros pensamientos, de nuestra música, de esa pequeña extensión de nuestra casa.
¿Alguna vez has observado a los de tu alrededor? Puede ser que en la misma parada del autobús esté una persona que baje muy cerca o en el mismo destino que tú.
Estando en el tráfico, podrás notar que son los mismos autos, las mismas personas… y de regreso igual, sólo que ahora sus rostros muestran cansancio, hastío, y esa pequeña extensión de nuestra casa, se vuelve además del medio de transporte nuestra muralla hacia el mundo exterior.
He visto un auto gris salir del mismo origen que el mío, de regreso un auto rojo, y a un auto blanco pagando la caseta a la misma hora que yo. Siempre me pregunté que pasaría sí yo me acercara a la ventanilla de alguno de ellos y les dijera -Yo a usted lo conozco. Coincidimos más de lo que piensa, lo veo que sale por mi casa, toma la misma ruta. O tal vez usted señora del auto blanco, podríamos compartir el regreso, he notado que salimos a la misma hora. Nunca me atreví, mi muralla no me lo permitió…