Esclava del auto

Aprendí a manejar a los 13 años, pensando en la utilidad del auto, y en lo interesante de un cambio de velocidades poco a poco me fui enamorando de este artefacto automotor.

Básicamente conforme la vida continúo su curso, y siendo victima de violencia, de esa violencia que se efectúa con la mirada ….con las palabras..

Comencé a sentir seguridad en mi vehículo, a tal grado que sino contaba con él, prefería no salir de casa.

¿será acaso que está «seguridad» es la que nos obliga a permanecer en el tráfico por horas? La realidad es que sí, admiro a aquellas mujeres fuertes y valientes que las miradas lascivas se les resbalan como gotas de agua de lluvia, aquellas mujeres de oídos sordos. Yo no pude así que use el auto como mi protección y dejemos de lado, que ahora los asaltos en auto están a la vuelta de la esquina. Hablemos del sentimiento que te produce viajar sólo, en un vehículo con un uso deficiente, pues siendo sinceros la mayoría de los autos están ocupados sólo por el conductor.

Y ¿qué pasa cuando no tienes acceso a un vehículo propio o prestado? o financiado a mil años. Tienes como ser vivo y humano , estar a expensas de los depredadores y depredadoras en las calles.

Estos depredadores indirectamente nos han obligado a ser victimas y esclavos de nuestros vehículos, el confort, la comodidad, el «estatus» se suman. Sin embargo hemos caído tan bajo, que para ir a la -tiendita de la esquina- vamos en auto.

¿Un helado? déjame sacar el auto.

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